La felicidad va acompañada de tolerancia

Las personas más inteligentes son las más flexibles. 

¿Qué prefieres ser feliz o tener razón? Todo el mundo tiene una opinión. Cada uno construimos formas de pensar basadas en las experiencias que hemos vivido. Están condicionadas por los mandatos familiares, tanto si estamos a favor como si nos posicionamos en contra de ellos, nos controlan fuertemente.

Si mi familia históricamente ha sido de una ideología política pueden darse dos situaciones: o bien la adopto y la defiendo férreamente o bien la rechazo y opino todo lo contrario. Pero, ¿realmente hemos sido libres de elegir esa posición? Pregúntate si esos pensamientos son tuyos o son una reacción a lo que has vivido.

¿Por qué la tolerancia es tan importante?

Si volvemos la vista hacia atrás en nuestra vida, veremos que cada error que cometimos estuvo basado en una opinión. Si nos dejamos dominar por las opiniones, creencias o ideas nos volvemos mucho más vulnerables.

¿Por qué no podemos suavizar la forma de posicionarnos en la vida? Podemos ver los pensamientos simplemente como algo que nos gustan y que queremos defender hoy. Esto no significa que mañana puedan cambiar ni que tengamos que matar por ellos. Cuanto más beligerante sea nuestra postura, más nos ataremos a ella y más malestar nos producirá que opinen diferente.

Tolerancia

Las emociones y la tolerancia

Esto no significa que no podamos luchar por las cosas, podemos, pero asegurándonos siempre de que nuestra estabilidad emocional no se pone en juego a favor de nuestras ideas. Nos gusta un concepto en la medida en la que somos capaces de disfrutar de él y deberíamos poder descartarlo cuando ya no es una fuente de placer.

Si nos fijamos son nuestras emociones las que dan valor a la opinión. En lugar de sentir orgullo por nuestros pensamientos (el orgullo es un mal consejero), ¿qué hay de malo si simplemente nos encantan? ¿Por qué no amar un determinado concepto por su belleza, por su cualidad inspiradora o por su utilidad?

Si vemos nuestros pensamientos de esta manera, ya no necesitaremos el orgullo de tener razón. Ya no seremos propensos a los conflictos. Por ejemplo, si te encanta la música de un determinado cantante, seguramente te gustará que a las personas de tu alrededor también les encante, pero desde luego no vas a enfadarte si no lo hacen. Que no le guste a los demás no conseguirá que dejemos de disfrutarlo. ¿Podríamos actuar igual con todo?

Cuando el orgullo está ausente, el ataque también lo está. Y esto es en lo que creemos desde WeFeel. ¡Aprende a trabajar en esto y mucho más utilizando nuestra app!